viernes, septiembre 30, 2005

Viernes

Motivos para sonreír un viernes:

- Que ayer jueves salí, me reí mucho y re-descubrí lo que es tener gente cerca que te quiere y te aprecia.
- Que ese mismo día aprendí a fiarme de los míos antes de dejarme llevar por los comentarios de los que ya casi son unos desconocidos.
- Que me encanta descubrir sitios nuevos donde por cada caña te ponen una tapa que te permite cenar.
- Que me encanta juntarme con los míos.
- Que hoy viernes la sonrisa de mis compañeros me llena más que nunca.
- Que lo que más me gusta de esta empresa en la que trabajo es la gente.
- Que he venido escuchando música en el tren y hacía mucho que no escuchaba este grupo que llega a ponerme la piel de gallina.
- Que me gusta bajarme en Tribunal e ir andando hasta la oficina.
- Que salimos a las tres.
- Que sólo con pisar la calle Fuencarral se me escapa una sonrisilla.
- Que hoy tengo planes interesantes con gente muy interesante.
- Que el polvo del fin de semana pasado está haciendo efecto.
- Que me apetece otro.
- Que esta tarde voy a correr como siempre y es algo que siempre me deja de buen humor (y más si voy acompañado de mi terapeuta).
- Que esta mañana he mantenido una conversación con mi madre que hacía tiempo no tenía.
- Que mi abuela cumple 90 años y sigue joven por dentro.

- Y eso... como que parece que los viernes las cosas se ven de otra manera, ¿no?.

Feliz fin de semana.

martes, septiembre 20, 2005

Feliz vuelo.

Málaga, 21:15 horas. Mi vuelo hacia Madrid se retrasa casi dos horas y mi desesperación crece por momentos.

Cosas que hacer en un aeropuerto con tanto tiempo por delante:

- Pasear: Poco interesante. Los pasillos se hacen interminables y la gente tiene cara de pocos amigos.
- Comer: Con cierto límite ya que las cosas están muy caras y con 5 euros te metes un atracón de 5 patatas y una chocolatina del tamaño de un caramelo.
- Ir de tiendas: Me remito a los precios de este tipo de sitios... Además son todo marcas pijas y poco estimulantes para mí.
- Ver pasar a la gente: Si al menos así se pudiera ligar... ¿en el aeropuerto también habrá cruising? Desde luego en el de Málaga se reducen las posibilidades...
- Fumar: Los espacios habilitados son tan minúsculos que con 4 personas se te quitan las ganas. Parecemos ovejas en un redil.
- Mirar cómo despegan y aterrizan los aviones: Imposible cuando ya es casi noche cerrada y los cristales son ahumados.
- Leer: El temor por la excesiva concentración aumenta el riesgo de perder detalles del vuelo retrasado; es algo que te aleja de la trama y no se disfruta.
- Escribir la entrada del diario electrónico creo que es la mejor decisión.

domingo, septiembre 11, 2005

Relato de cierta ficción





Estar rodeado de las mejores personas a veces supone tener un miedo oculto a perderlas.

Últimamente la vida da muchas vueltas, va colocando a la gente en el lugar que corresponde: algunos cambian de ciudad, otros se van de viaje a muchos kilómetros de aquí, otras empresas, ocios diferentes, nuevas amistades... La impresión de quedarse estancado sólo pertenece a unos pocos desafortunados que adquieren complejo de campanario de uno de esos pueblos semiabandonados que recibe visitas cada mucho tiempo. Permanecen aparentemente robustos, siempre dominando un territorio marcando puntualmente las horas de unos días que se convierten en rutina, y que pasan desapercibidos ante aquellos que viajan y se mueven como el de "un país en la mochila", ajenos a lo que ocurre en ese lugar que visitan cada cierto tiempo.

Intentar escapar de ese pueblo semiabandonado es difícil, pero lo más duro resulta despedir a los que han sido sus vecinos, sus cómplices... apoyar sus decisiones de huida, de independencia, de la necesidad de desenvolverse en un ambiente diferente, mirarle a los ojos y querer estar en su piel, ser un polizón dentro de su equipaje.

Mientras observo atento el reloj del campanario mi prima prepara su equipaje para pasar una larga temporada en un país nórdico necesitada de una experiencia que finiquite su último año de carrera, mi hermano pone a punto el coche para salir corriendo a su destino laboral, la que ha sido mi confidente-amiga en un trabajo que me ahoga se levanta una hora más tarde porque su nueva oficina está a quince minutos de casa, una reparación de rodilla mantendrá cuatro meses alejada de mi mesa a otra confidente que me escuchaba y se desahogaba conmigo...

A pesar de estar bien cobijado, no puedo reprimir una lágrima mientras espero a que los que permanecen a mi lado vuelvan de su escapada de fin de semana, acaben su enclaustramiento por exámenes o me dediquen cinco minutos antes de ir a ver a sus parejas...

Qué puñeteros son los domingos cuando el único plan es mirar la plaza vacía de uno de esos pueblos perdidos que a veces salen en televisión.

miércoles, septiembre 07, 2005

Post-vacacional

Me he apuntado en una escuela de teatro.

Está visto que mi vida se tiene que desarrollar en Madrid; en plena Gran Vía voy a retomar las artes escénicas, ya que no pude dedicar mi vida académica a ello, no pienso desaprovechar la oportunidad y voy a empezar a hacer lo que realmente me gusta.

Una de las cosas que estoy aprendiendo con mi nueva etapa laboral es que nada es como antes, ni el entorno social ni el familiar son como antaño, y aunque hay muchas cosas que echo de menos, tengo que afrontar la novedad del cambio.

Mis amigos cambian, mis horarios cambian, mis necesidades cambian... ya no existen las vacaciones de tres meses, los parones en febrero y en junio, la ilusión por aprender cosas nuevas se focalizan en torno a un mismo sector, las personas nuevas que conozco se convierten en clientes fríos y con caras de pocos amigos. Mis compañeros son ahora personas con una hipoteca que pagar, con unos planes de boda e incluso con la ilusión de tener un hijo. Yo todavía me siento a años luz, por eso creo que intentando alcanzar mis sueños por otras vías llegaré a encajar todo esto de la manera más optimista posible.

Pero las sorpresas de cada día siguen animándome y sacándome una sonrisa cada vez más tensa por asuntos que se me escapan de las manos. Tener todavía amigos con los que compartir aficiones, que se esfuerzan por verte feliz, que te mandan mensajes para empezar con buen pie el día... suman puntos a una escala compensando así los altibajos.

"Lucha por tus sueños o los demás te impondrán los suyos" (Paulo Coelho)

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