miércoles, noviembre 09, 2005

Princesas

Una cama revuelta, una estantería llena de discos vinilos de los años 60, cd's de cantantes y cantautores conocidos y algún que otro desconocido, fotos de actores famosos, de amigos modelos y las de carnet pinchadas con una chincheta; un mapa de Calatayud, un póster de una película antigua y un anuncio de bebidas de aquel entonces adornan las paredes blancas bañadas de gotelé. La luz tenue de la habitación me prepara para una noche larga e intensa.

Se cierra la puerta y me llama la atención el silencio de la casa, y eso que estamos en pleno centro de Madrid.

La cama es amplia y todavía se nota el despertar rápido y acelerado de la mañana, como si se hubiera levantado de un salto y todo hubiera permanecido intacto desde primera hora. La ropa esparcida por el suelo señala al dueño como un auténtico desordenado, el armario abierto y la falta de espacio me impiden hacer un hueco para dejar mi abrigo, mi bufanda y las monedas sueltas que me estorban en el bolsillo... Mi duda se resuelve haciendo de mis pertenencias parte del caos que domina esa habitación completamente desconocida para mí. ¿Estaré invadiendo sin quererlo?.

Todo lo que ocurre allí dentro parece ir acorde con ese ambiente desordenado, los cuerpos que se juntan, los besos al azar, las manos que se cogen y se vuelven a soltar, de repente frío, luego calor, arriba, abajo, los pies en la cabecera o las cabezas contra la pared... Todo resulta aleatorio y caótico, incluso los sueños que pasan por mi mente una vez que me quedo dormido; los despertares cada rato, la incomodidad de una cama ajena, lo extraño de compartirla con otro cuerpo, la pérdida de mi independencia por unas horas me hace volver a casa cabizbajo y pensativo.

Un viaje de vuelta que dura algo más de media hora y que se me hace eterno, un cansancio acumulado que me impide disfrutar del todo del día de nuestra patrona... y me siento como si nada hubiera pasado, con los recuerdos de la noche vagabundeando por mi cabeza como si nada fuera real, como un sueño más a acumular en mi carpeta onírica.

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