viernes, abril 21, 2006

De toros y pajas mentales

Amanece un día más en la Plaza de Almuñecar. La casa cada vez es menos desconocida para mí, y sus rincones se van incorporando en mi repertorio hogareño, "mi casa", "mis cosas", "mi vida"...

Los días pasan con una extraña sensación de poco cambio, de rutina inevitable: trabajo-casa-dormir... y el fin de semana pasa sin pena ni gloria entre copas, tabaco, gente, besos amargos y miradas lascivas sin ninguna repercusión. "La casa del amor" parece que va perdiendo su identidad y vuelve a formar parte de una comunidad de vecinos discreta y silenciosa que apuesta por la tranquilidad, las buenas formas y pocas cosas de las que hablar.

Me enfado conmigo mismo porque el trabajo me quita tiempo para pensar cómo reconducir mi vida después de un cambio tan deseado, no puedo actualizar el blog y muchas de las aficiones de antes han pasado a ser meras anécdotas. No quiero frustrarme, quiero disfrutar de lo que tengo y mantenerme ilusionado por muchos años más.

Este repaso mental me permite darme cuenta de lo que he conseguido, lo cerca que estoy del centro, las posibilidades de hacer cosas sin dar cuentas a nadie, el aprendizaje de nuevas tareas que antes sólo estaban en manos de mi madre... Una fuerte dependencia social, de hacer cosas, de salir, de hacer más plausible mi independencia... y sin embargo sigo sintiéndome atado, reducido y a veces sorprendido de una extraña tristeza que me inmoviliza y hace más difícil la convivencia conmigo (ya me lo decían en casa).

No pienso utilizar esta entrada para hacer limpieza de conciencia ni para enumerar acciones que remienden los bajones que tanto me inquietan... es sólo una forma de desahogo y de ver que estas cosas pasan y no son tan graves... en peores plazas hemos toreado, ¿no?

Besos para todos.

�z)C0A