miércoles, julio 13, 2005

La cita

No es la persona con la que me gustaría quedar, pero concertamos una cita cerca de mi lugar de trabajo.

A las 19:30 enfrente de una conocida cadena de cafeterías; yo salgo a las 19:00, pero da igual, tengo infinitas posibilidades de pasear por aquí cerca hasta que llegue la hora.

Mientras paseo junto a las innumerables peluquerías que invaden el barrio de Salamanca intento no adelantar acontecimientos ni pensar en lo que puede ocurrir esta tarde. El abanico de posibilidades es muy amplio: desde un agradable paseo hasta la Cibeles, hasta un maravilloso polvo en su propia casa.

Todavía no es la hora, pero tampoco quiero aparecer allí antes de lo previsto, no sé, son los actos protocolarios típicos de una primera cita, el rollo de no parecer un desesperado, etc, etc... sé que es una tontería pero me temo que es algo innato (o alguien me lo ha metido en la cabeza).

Me compro un cigarro suelto en una tienda de chinos, parezco un quinceañero, algo que añade morbo a una tarde de nervios y latente acné, y no siento ningún remordimiento por estar fumando entre semana, hay otras cosas que ocupan mi mente en ese momento.

Miro de reojo mi figura en cada uno de los escaparates temiendo encontrarme algo desagradable: manchas en la ropa, pelos de loco, alguna espinilla-sorpresa, la bragueta bajada... todo parece correcto (dentro de la fiabilidad que ofrece un simple reflejo en un cristal).

Mientras me acerco al lugar de la cita suena un mensaje que no llego a descifrar bien: "Estoy en el semáforo enfrente de los 100 montaditos mini rojo"... tardé unos cuantos bocinazos en entender que lo de "mini rojo" no tenía nada que ver con los "100 montaditos" sino con el coche que fabrica BMW.

Teniendo en cuenta que es el coche que ahora mismo ocupa el primer lugar de mi lista de "posible compra", mis niveles de "arousal" alcanzaban límites insospechados, mis ojos se fijaban en todos y cada uno de los detalles, y mis comentarios se centraban en todo menos en la persona con la que había quedado ("qué cochazo", "me encanta", "¡qué cuentakilómetros más original!", "pues es más grande de lo que parece", "¿y aquí detrás la gente entra bien?")... tomémoslo como una forma de liberar nervios y de tratar a la cita como a alguien de toda la vida.

Y así transcurrió la tarde: hablar, hablar, hablar (bla, bla, bla... como el tema de "No se lo digas a mamá"); los coches pasaron a segundo plano y mis preguntas de digno investigador social acabaron por romper el hielo y arrancar unas cuantas carcajadas a alguien que parecía un conocido "de toda la vida". Al final ganó el plan de pasear-hasta-la-Cibeles-y-cenar-en-Vips-cercano, nada de sexo, mejor: "cada cosa a su tiempo y los nabos en adviento" (... o en cualquier otra época del año... ¿no?).

Tardes como esta me recuerdan a épocas pasadas gloriosas... es como rejuvenecer un poco el ánimo. Y me gusta.

lunes, julio 11, 2005

Flores raras

Noches de vino y rosas... o mejor dicho de whisky y flores raras.

Salir desmotivado parece que es la mejor manera de engañar al cuerpo/mente para acabar con una sonrisa de medio bobo a las 9 de la mañana.

Los whiskazos del principio sólo son un pequeño indicio de lo que puede pasar unas horas después. Me empiezo a animar y los pasos y movimientos gimnásticos se inician antes de lo previsto y todos nos activamos enseguida.

Bares con nombres de canciones (Ironic), de pseudo-helados (Magnus... de chocolate), copas interminables, caras nuevas y las mejores estrategias para incluir nuevos números de teléfono en mi interminable agenda (no es por presumir).

La borrachera no se hizo esperar, por eso los nuevos aventureros de la noche (o la nueva remansa de mosqueperros -sin olvidar la original, por supuesto-) inician su camino al templo habitual de los últimos fines de semana. Ovejitas_ , Mabelvsaramis y Puravida pican de nuevo en la entrada de Ohm su desgastada tarjeta de descuento por una copa más.

Visita obligada al excusado y primera toma de contacto con la gente del local. La copa de rigor (la primera de tres, en mi caso) y la sorpresa de una cara que no me quita ojo de encima (ni el pie tampoco, porque menudo pisotón...). Mi joyita brilla con luz propia, me pide un cigarro y yo dirijo su petición a mi compañera Aramis, que amablemente le ofrece de fumar. El primer paso ya está dado, ahora sólo queda empezar una conversación que no me apetece (sólo quiero sexo de inmediato).

Presentaciones rápidas, ubicación de los domicilios, roces espontáneos y por fin una mirada sonriente abren la veda de un morreo interminable. El espectáculo comienza, mis instintos se dejan llevar por un camino de absoluta lujuria y desenfreno mientras mi raciocionio se preocupa de no tirar la copa con tanto meneo.

De reojo siento que mis compañeras brindan a lo lejos, sonríen y sus guiños refuerzan la buena elección, en ese momento soy feliz y no veo la hora de apuntar un número más en mi agenda, me gusta y quiero más.

Unos minutos de descanso me hacen disfrutar del nuevo sabor que invade mi boca, y me sorprendo relamiendo mis labios sin pudor (las posteriores imitaciones de Ovejis no se hicieron esperar)... Mi pareja se ha marchado al servicio (no se si a ponerse de coca o a un uso literal del baño) y me ha prometido volver, como no me lo creo mucho, me dedico a bailar, a pasarlo bien y a recordar en la intimidad lo recientemente vivido... hacía tiempo que no era tan intenso. Aparece de nuevo, los morreos se repiten y pido discreción ante tanta audiencia voyeurista, aunque en el fondo disfruto de esa pequeña vena exhibicionista... el alcohol favorece mucho esa sensación.

Fueron buenos momentos, pero como todo lo bueno se acaba, esta bella historia tiene un fatal desenlace (como en las teleseries de Antena 3). Cual niña de Instituto que ve cómo el chico que le gusta se está magreando con otro, así me siento yo cuando veo a mi partner después de su última huída al baño: a sólo dos metros repite los mismos pases de baile que había hecho conmigo con otra persona. ¿Mi impulso? Quedarme a disfrutar de la escena, al principio pensé que se estaba equivocando, pero después de que la realidad le pegara una hostia a mi tonta inocencia se me ocurrieron múltiples putadas; pero yo había salido a pasarlo bien no a planear absurdas estrategias celotípicas. Con las mismas retomo el contacto con mis compañeras y disfruto del ambiente mientras dos locos borrachos se magrean y morrean sin pudor a nuestro lado entre miradas indiscretas.

Que me quiten lo "bailáo". Yo repetiría.

viernes, julio 08, 2005

Otoño, Invierno, Primavera y...

Miro el calendario y me dice que estamos en Julio. No me lo creo; a estas alturas del año yo había finiquitado mis estudios, estaba feliz y tranquilo por un curso finalizado y disfrutando de un campamento en el que lo más que tenía que hacer era sonreír, hacer amigos e intentar darlo todo por el grupo de trabajo que me habían asignado (nunca fui un líder, pero sí un buen currante y un "mandáo"). Pero claro, tenía 13 años.

A veces tengo la sensación de que mi mente se ha quedado estancada en lo que se refiere a los estudios; en el fondo entiendo que es normal, tantos años dedicándome a eso implica una difícil desintoxicación. Puede ser por eso por lo que no me involucre lo más mínimo en el curro, que no me creo las responsabilidades que me asignan y que me da la impresión de estar todavía haciendo las prácticas de la carrera.

Tengo la visión temporal totalmente desvirtuada; ayer, mientras hacía vida social por la noche, mi colega Nachete me hizo un comentario: "Menudo verano que estamos pasando...", a lo que yo, asombrado, le contesté: "¡Pero si todavía no es verano!"; su cara me lo dijo todo... Estar currando, no tener jornada contínua aunque estemos ya en Julio, madrugar y estar más blanco que una geisha me ha dejado sin conciencia estacional.
(Freud lo llama NEGACIÓN, es un mecanismo de autodefensa que ponemos en práctica: supone negar la realidad para no sufrir... mmmm... me preocupa).

Yo seguiré "disfrutando" de mi otoño particular mientras los otros chapotean en las piscinas, se queman en las playas y cantan eso de: "Un rayo de sol uo-o-o...".

martes, julio 05, 2005



Ante la imposibilidad de subir foto alguna en este alojador de experiencias y vivencias varias, sólo dejo las 2 humildes instantáneas que me han permitido colocar.

Son más retratos del fin de semana del Orgullo por Madrid, un fin de semana que no dejo de etiquetar como especial y sobre todo divertido. Ni un solo momento sin dejar de sonreir ni reir las gracias de mis grandes compañeras de farra y aventuras por la gran ciudad.

Como muy bien ha explicado Aramis en su blog, se pueden comenzar a enumerar todos y cada uno de los momentos vividos, desde el viaje hasta Madrid a las 6 de la tarde, la llegada a la calle La Palma, Sagrario (que no Remedios mi querida Aramis) y su pensión "Antonio", el supermercado Rotterdam ("100% capital español"), las ensaladas Isabel, las cañas rápidas, el whisky de Ovejitas_ et moi, el vodka de Aramis y Pepita, el ron de LaIre...

... Las caras desconocidas, los nuevos amigos exclusivos y monosilábicos, el house desde las 9 de la noche, el calor de Vázquez de Mella, la siniestra que iba a un colegio de monjas, los flirteos involuntarios, los primeros efectos etílicos, la comunidad floggera, los baños móviles...

... El viaje hasta Ohm, más house que bailar, mi rollo catalán, "su" rollo italiano, "su" rollo gallego, "su" rollo secreto... Las heridas de Rommy, las salidas de día, el viajer hasta Atocha, el ballet de presentación ante Rafa, subir las escaleras de la pensión a 4 patas...

... y así podría seguir hasta el día siguiente, nunca igual pero en el mismo contexto, más gays orgullosos de su día, más whisky, vodka, ron, Josechu, Pilarinchi y Albert, menos amigos, más cansancio, más calor, más Ohm, menos "mabeleo" pero las mismas ganas de bailar. Y final feliz junto a una estatua que nos resultaba familiar (junto al QK bar).

¿Repetimos?

Mil gracias por este mega-finde.

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