lunes, julio 11, 2005

Flores raras

Noches de vino y rosas... o mejor dicho de whisky y flores raras.

Salir desmotivado parece que es la mejor manera de engañar al cuerpo/mente para acabar con una sonrisa de medio bobo a las 9 de la mañana.

Los whiskazos del principio sólo son un pequeño indicio de lo que puede pasar unas horas después. Me empiezo a animar y los pasos y movimientos gimnásticos se inician antes de lo previsto y todos nos activamos enseguida.

Bares con nombres de canciones (Ironic), de pseudo-helados (Magnus... de chocolate), copas interminables, caras nuevas y las mejores estrategias para incluir nuevos números de teléfono en mi interminable agenda (no es por presumir).

La borrachera no se hizo esperar, por eso los nuevos aventureros de la noche (o la nueva remansa de mosqueperros -sin olvidar la original, por supuesto-) inician su camino al templo habitual de los últimos fines de semana. Ovejitas_ , Mabelvsaramis y Puravida pican de nuevo en la entrada de Ohm su desgastada tarjeta de descuento por una copa más.

Visita obligada al excusado y primera toma de contacto con la gente del local. La copa de rigor (la primera de tres, en mi caso) y la sorpresa de una cara que no me quita ojo de encima (ni el pie tampoco, porque menudo pisotón...). Mi joyita brilla con luz propia, me pide un cigarro y yo dirijo su petición a mi compañera Aramis, que amablemente le ofrece de fumar. El primer paso ya está dado, ahora sólo queda empezar una conversación que no me apetece (sólo quiero sexo de inmediato).

Presentaciones rápidas, ubicación de los domicilios, roces espontáneos y por fin una mirada sonriente abren la veda de un morreo interminable. El espectáculo comienza, mis instintos se dejan llevar por un camino de absoluta lujuria y desenfreno mientras mi raciocionio se preocupa de no tirar la copa con tanto meneo.

De reojo siento que mis compañeras brindan a lo lejos, sonríen y sus guiños refuerzan la buena elección, en ese momento soy feliz y no veo la hora de apuntar un número más en mi agenda, me gusta y quiero más.

Unos minutos de descanso me hacen disfrutar del nuevo sabor que invade mi boca, y me sorprendo relamiendo mis labios sin pudor (las posteriores imitaciones de Ovejis no se hicieron esperar)... Mi pareja se ha marchado al servicio (no se si a ponerse de coca o a un uso literal del baño) y me ha prometido volver, como no me lo creo mucho, me dedico a bailar, a pasarlo bien y a recordar en la intimidad lo recientemente vivido... hacía tiempo que no era tan intenso. Aparece de nuevo, los morreos se repiten y pido discreción ante tanta audiencia voyeurista, aunque en el fondo disfruto de esa pequeña vena exhibicionista... el alcohol favorece mucho esa sensación.

Fueron buenos momentos, pero como todo lo bueno se acaba, esta bella historia tiene un fatal desenlace (como en las teleseries de Antena 3). Cual niña de Instituto que ve cómo el chico que le gusta se está magreando con otro, así me siento yo cuando veo a mi partner después de su última huída al baño: a sólo dos metros repite los mismos pases de baile que había hecho conmigo con otra persona. ¿Mi impulso? Quedarme a disfrutar de la escena, al principio pensé que se estaba equivocando, pero después de que la realidad le pegara una hostia a mi tonta inocencia se me ocurrieron múltiples putadas; pero yo había salido a pasarlo bien no a planear absurdas estrategias celotípicas. Con las mismas retomo el contacto con mis compañeras y disfruto del ambiente mientras dos locos borrachos se magrean y morrean sin pudor a nuestro lado entre miradas indiscretas.

Que me quiten lo "bailáo". Yo repetiría.

�z)C0A