lunes, noviembre 15, 2004

Relato de un infiel.

Hoy he podido disfrutar de Madrid en una tarde fría pero soleada, avance de una Navidad que está ya a la vuelta de la esquina. Argumentando una inexistente visita al médico, hoy me he escapado de la oficina a las 4 y cuarto de la tarde, he cogido el metro hasta la parada de Lista y he estado paseando por la calle José Ortega y Gasset hasta el número 85.

En este lugar me he topado con un edificio luminoso, de esos que prometen viviendas antiguas y grandes, pero remodelado. El portal era tan alto y lujoso que me ha hecho imaginar grandes coches de caballos entrando al son del taconeo de las pezuñas, y que avisaban de la llegada de los dueños allá por el siglo XVI.

Entro con cierta sensación de invadir la intimidad de adinerados vecinos, con el asombro que me producen los adornos de escayola de techos y paredes, y los remates dorados que hacen brillar unos buzones amplios, presa exquisita de más de un buzoneador comercial.

Sin portero humano a la vista, me dispongo a coger un ascensor del que pudiera salir cualquier aristócrata o personalidad del cuerpo diplomático, pero decido subir andando y disfrutar con calma de las escaleras de madera y las pesadas puertas con sus inmensas mirillas.

Me detengo en el 3º A-D, y he aquí mi acto de infidelidad: la empresa Idea Strategic me ha citado a las 5 para una entrevista de trabajo.

La oficina me ha dejado boquiabierto: más propia de un estudio de algún diseñador famoso que de una empresa de Investigación de Mercados, me he dedicado a estudiar con minuciosidad los detalles de la entrada y los complementos estéticos mientras esperaba que alguien me recibiera: ordenadores con pantalla plana, lámparas halógenas en todas las mesas, un suelo de madera pulidísima y unos cuadros de naturaleza abstracta pero con encanto, tenían absorbida toda mi atención.

Mi sensación de culpabilidad por haber mentido piadosamente a mi jefa y compañeros se desvanece, y comienzo a sentirme afortunado por poder disfrutar del espectáculo de competencia entre Delta e Idea (ventaja clarísima a favor de Idea).

Más de 2 horas de entrevista personal, pruebas de inteligencia, de personalidad, proyectivas (dibuja un árbol, una persona y otra persona del sexo contrario) y una redacción en inglés han servido para desear con fuerza mi posibilidad de trabajar allí, y una mirada de compasión hacia Delta y su descuidada infraestructura...

Al menos tengo la fortuna de poder seguir trabajando... y seguiré mintiendo si hace falta, aunque sólo sea por conocer más empresas o por los paseos por Madrid que suponen llegar hasta ellas.

Besos y feliz semana.

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