domingo, octubre 17, 2004

Me enciendo un cigarro, le doy una profunda calada mientras observo impasible el cursor parpadeante en la pantalla de mi ordenador. El humo que exhalo cubre el monitor mientras las ideas fluyen...

Esta noche he tenido un sueño inquietante: me encontraba en un pueblo fantasma, con casas en ruinas y ambiente nublado, aún así este lugar se encontraba en fiestas. Había gente, pero la sentía muy lejos; mi cuerpo bailaba al son de una orquesta de silencio y se sumaba al falso jolgorio mientras le daba sorbos a un vaso vacío, es extraño, porque todos actuábamos igual, todos bebíamos de vasos vacíos.

De repente tengo la necesidad de huir y de irme a un lugar más acogedor, me quiero ir a casa. Mientras planeo cómo escapar, varias personas (algunas conocidas) tiran de mí para que me una a su carnaval de máscaras, no las reconozco, y eso que sus caras me resultan familiares. Escucho un estruendo, es el ruido de un tren que pasa cerca, mi salvación, consigo desligarme de las sombras y comienzo a caminar, pero me cuesta porque me mareo; a lo lejos veo la imagen de algo parecido a un andén, unos raíles... por fin. Distingo a alguien que espera en la estación, me ve y me grita que me de prisa, que el siguiente está a punto de llegar; corro, pero me pesan los pies y una horrible sensación de haberme dejado algo atrás me hace detenerme en seco. Palpo mi cuerpo como si buscara tabaco, me falta algo, tengo que volver atrás y encontrarlo...

La sombra que se encuentra en el andén me grita, me conoce porque me llama por mi nombre, lo que me hace darme la vuelta e intentar adivinar quién es... Creo que ya lo se, aunque me da confianza no puedo coger ese tren, necesito recuperar lo que he perdido (y que no se qué es), sus gritos resuenan en mi cabeza como cantos de sirena... Sigo hacia adelante y rastreo por el suelo, pero nada, sólo me encuentro con matorrales, arena, colillas, botellas y vasos vacíos.

Otro estruendo, otro tren... giro la cabeza y estoy en lo cierto, un tren de cercanías pasa veloz a escasos metros de mí...

Una voz a mis espaldas me dice: "Lo hemos perdido", me doy la vuelta y reconozco su cara pero no su persona, y echo a andar... Quien calla otorga, y mi silencio denota la frustración que siento, porque no es el primer tren que pierdo y estoy harto.

Me cabreo conmigo mismo por haber acudido a ese pueblo fantasma, por haber aguantado el influjo de las sombras y no haber hecho lo que me daba la gana...

Al despertarme por la mañana me siento aliviado, pero con el mal cuerpo de haber tenido que soñar eso; en fin, en la carrera ya nos explicaron que los sueños son como "juegos" que la mente lleva a cabo con el material que se encuentra tanto en lo consciente como en lo inconsciente, y es que la mente nunca deja de estar en activo.

La conclusión que siempre he sacado de los relatos oníricos es que son un reflejo de la vida misma; y en mi caso siempre ha sido así.

Besos y a soportar bien el domingo.





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