viernes, octubre 08, 2004

DE ANOCHE...



Me llamas y me recuerdas tu nombre; alguien de tu misma ciudad te ha soplado un comentario inocente que hice en su presencia cuando estuvo en Madrid.

Al final sonrío, todavía mantienes la magia de arrancarme esa mueca, pero a continuación se me borra el gesto de un plumazo: tu acidez aparece y las palabras se convierten en dardos.

Te interesas por mí para cambiar de tema, dudo de tu interés pero me dejo llevar, como siempre, por tu magia, y te cuento cosas... como antaño.

Me mantengo distante, frío, objetivo, no me quiero mojar, contigo acabé empapado y todavía me estoy recuperando del catarro resultante... Lo notas y me atacas, me conoces y sabes que soy blando, fácil y se me acaban los argumentos. Como una mano que agarra mi cuello y no me deja respirar, así me siento cada vez que me echas en cara cosas que yo jamás podría reprocharte.

Y por eso no te entiendo, porque nunca sería como tú... aunque eso me da fuerza.

Sin reproches, sin rencor, con pena y cierta compasión me despido hasta otra, porque sabes que siempre estaré ahí, y me jode... porque es cierto.

- SUERTE-

�z)C0A