martes, octubre 12, 2004

Apología del beso.



Dicen que cuando te besas con alguien se descarga una energía similar a la que se crea con el viento o con la fuerza del agua. Yo nunca he sentido nada parecido a un chispazo, sino todo lo contrario: a mí me resulta suave y casi me atrevo a decir que dulce.

Cuando tienes al lado a alguien con quien besarte, llegas incluso a acostumbrarte, se crea una exigencia y tu cuerpo te pide la ración diaria... ya tenemos otra droga, pero ésta es de las buenas, de las que pueden curar incluso; y me parece que la infravaloramos.

Qué fácil es pedir un beso, y qué fácil es que te lo den. Los dos besos tan típicos nuestros cuando vemos a los amigos o cuando nos presentan a alguien (yo se de gente que sólo pone la cara, como las abuelas... Me huele a rancio y naftalina barata y pierde todo su encanto).

Prefiero fama de besucón y cariñoso que de seco y estirado; y si no tienes a nadie con quien pegarte unos lotes, coge un vaso hasta arriba de hielos y empieza la ronda por el que más te guste... mola.

Pues eso, que si me das un beso...

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