viernes, febrero 03, 2006

Hace tiempo que me cuesta retomar el mundo del blog.

El comienzo del nuevo año ha estado lleno de emociones intensas y cambios buscados desde hace tiempo. Ahora tendré que escribir líneas como estas desde el trabajo ya que mi deseada independencia no me permite tener, de momento, el lujo de Internet.

Comenzar a vivir solo (o en mi caso con compañeras de piso) tiene sus inconvenientes, pero estoy seguro de que las ventajas que me esperan compensan los límites económicos y de conviviencia a los que estoy poco acostumbrado. Ahora más que nunca vuelvo a sentir un revuelo en el estómago que me permite encauzar mi vida hacia donde yo quiero, emociones que me van a hacer valorar cosas que antes ansiaba y no tenía.

De momento me cuesta entender ciertas situaciones hasta ahora desconocidas para mí: el precio de la comida, el agua y el gas; el respeto por los compañeros y la tolerancia; la reducción de gastos... pero sobre todo la posibilidad de vivir de una forma más abierta mis sentimientos.

En sólo dos días la relación con mis padres ha mejorado bastante, se han preocupado porque mi nueva casa sea lo más cómoda para mí, y eso que han sufrido lo suyo viendo cómo dejaba mi habitación vacía y los armarios sin una sola prenda. Los amigos que dejo atrás (en la distancia, claro) me han demostrado la melancolía que supone perder ciertos cafés, citas inmediatas cerca de casa... pero las ganas de vernos hará que se acelere esa necesidad.

Ayer después de trabajar me fui al cine con los compañeros de trabajo, y hasta ellos me decían que mi gesto se había relajado con eso de no tener que estar pendiente de los horarios de autobuses y trenes... tardé 15 minutos en llegar a mi casa desde la Gran Vía... eso sí que es un lujo.

Ahora más que nunca me gusta Madrid, sobre todo cuando por las mañanas lo primero que veo es el Palacio Real (después de las legañas de Mabelita).

Besos para todos, espero que nos veamos pronto para brindar por esta época tan dulce que me está tocando vivir.

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